Sin pena ni gloria. Así han transcurrido los primeros días de campaña para quienes aspiran a convertirse en jueces, magistrados o ministros en el Poder Judicial mexicano. A pesar de la trascendencia inédita de esta elección, el tema simplemente no ha logrado colarse en la conversación pública, mucho menos en las tendencias digitales.
En redes sociales como X (antes Twitter), las principales tendencias han estado dominadas por temas completamente ajenos a las campañas: la tragedia en el festival Axe Ceremonia en el Parque Bicentenario de la CDMX, que dejó dos fotógrafos fallecidos; la visita de Dua Lipa a México, que acaparó la atención de miles de usuarios; y la clase nacional de boxeo, que mostró el arraigo de este deporte entre los mexicanos. En ninguna de estas jornadas se ha mencionado la elección judicial ni las campañas que debiera estar difundiendo el INE.
La situación no mejora en TikTok, donde las tendencias giran en torno a moda, belleza, bailes virales y retos del momento. Instagram está tomado por la moda masculina y las fotografías creativas, mientras que Facebook se concentra en tips de belleza y actualizaciones económicas, como el precio del dólar. En todas estas plataformas, la elección judicial ha brillado por su ausencia.
Y es que, aunque hay cientos de videos, copys y mensajes circulando de parte de los y las aspirantes, ninguno ha sido lo suficientemente claro, emocional o disruptivo como para volverse viral. La mayoría repite fórmulas genéricas, sin conectar con el público. Nadie está explicando, con palabras simples, por qué esta elección importa, qué hace un juez o una magistrada, y cómo su decisión puede cambiar la vida de alguien común.
Una parte del problema radica en las limitaciones que impuso el INE para garantizar equidad: no se permite segmentar públicos en redes ni pagar campañas digitales, lo que impide a los candidatos hacer tiros de precisión. En lugar de construir mensajes para los barrios donde buscan votos, lanzan perdigones al aire.
A esto se suma una preocupante desconexión con la ciudadanía. Muchos candidatos siguen creyendo que una estrategia digital genérica —muchas veces improvisada o mal asesorada— basta para ganar una elección. Y no es así. Como bien dice el dicho: ¡Santo que no es visto, no es adorado! Si la gente no los ve en los mercados, en los tianguis, en los centros comerciales, si no escuchan de viva voz qué hacen y para qué sirven, simplemente no van a votar por ellos.
Aspirantes que se prepararon con cursos y capacitaciones —algunos promovidos incluso por el Consejo de la Judicatura Federal— parecen haber olvidado que ser accesibles y comprensibles es el primer paso para aspirar a un cargo público. Pero siguen lejos de la gente, hablando desde la comodidad de las redes, en un lenguaje técnico y frío.
Si no hay un replanteamiento urgente de las estrategias de campaña —con presencia territorial real y un lenguaje ciudadano— esta elección podría terminar en un fracaso de comunicación. Y, con ello, una gran oportunidad democrática se perdería en la apatía.
El 1º de junio próximo, las y los ciudadanos votaremos por primera vez en la historia para elegir a nuestros juzgadores. Si ellos no logran conectar, serán ignorados en las urnas. Así de claro. Y así de preocupante.