El próximo 1º de junio, México vivirá una elección sin precedentes: más de 3 mil candidaturas competirán por 881 cargos en el Poder Judicial de la Federación, incluyendo ministros, magistrados y jueces de distrito. Por primera vez en nuestra historia democrática, la ciudadanía decidirá directamente quiénes ejercerán funciones clave dentro del sistema de justicia del país.
Un proceso de esta magnitud no podía afrontarse con herramientas convencionales. Y es justo ahí donde el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Sistema Nacional Electoral han demostrado su capacidad de adaptación, su profesionalismo y, sobre todo, su audacia técnica.
La dimensión de este reto no es menor: en cuestión de semanas, el INE rediseñó la estructura distrital para conformar 60 nuevos distritos judiciales; desarrolló boletas segmentadas por tipo de cargo; capacitó al funcionariado electoral y diseñó herramientas pedagógicas para orientar al electorado. Pero el corazón de esta operación está en el desarrollo de un nuevo sistema informático para el registro, escrutinio y cómputo de votos.
Este sistema, creado desde cero, sustituye al tradicional PREP y opera como una plataforma digital en la nube, con capacidad para procesar de manera simultánea cientos de miles de actas. Su diseño contempla doble captura de datos, validaciones automáticas, monitoreo de inconsistencias y consulta pública de resultados en tiempo real. Tres simulacros nacionales han probado su eficacia. Además, ha sido auditado por universidades y el Órgano Interno de Control. Estamos, sin exagerar, ante una verdadera innovación institucional.
Junto con la tecnología, el INE ha apostado por la pedagogía cívica. Herramientas como “Conóceles”, “Practica tu voto” y “Ubica tu casilla” forman parte de un ecosistema digital diseñado para acercar a la ciudadanía a un proceso complejo, pero fundamental. Porque votar por quienes imparten justicia no es un acto menor: es una decisión que puede transformar la relación entre el poder y la legalidad.
Por supuesto, no han faltado voces que buscan desacreditar este esfuerzo. Llama la atención que algunas de esas críticas provengan de quienes ocuparon cargos dentro del propio INE y hoy eligen desinformar o sembrar dudas. La realidad es otra: lo que el INE ha construido en este proceso no es improvisación, es institucionalidad en acción.
Esta elección extraordinaria no solo pone a prueba la capacidad técnica del sistema electoral mexicano, también interpela a la ciudadanía. La legitimidad del nuevo Poder Judicial dependerá, en buena medida, del respaldo que obtenga en las urnas. La participación será clave.
Lo que está en juego no es solo el resultado de una elección inédita, sino el fortalecimiento del Estado de derecho desde una base democrática. Es una oportunidad histórica para dar un paso adelante en la construcción de una justicia más cercana, más profesional y más legítima.
Este 1º de junio, el llamado es claro: acudamos a votar. Hagamos valer nuestro derecho, asumamos nuestro papel y honremos el esfuerzo de miles de personas que han hecho posible esta elección. Porque el futuro de la justicia también se escribe con nuestro voto.